Rosa María Torres
Concejo de la escuela para los piojos
Los piojos son incectos que molestan.
Los piojos pican mucho.
Ay piogicidas muy buenos.
Después de lavarnos la cabeza nos pasamos el peine fino.
Esto es lo que escribió en su cuaderno Leticia Yerolami, una niñita
uruguaya, a la consigna de "Tema libre". Haciendo uso de su insospechada
libertad para decir sobre un papel, escogió -de los infinitos temas
posibles- hablar de los piojos, de su relación con ellos y de lo que
sabe de ellos. Decoró la página con unos lindos dibujos de piojos
pequeños y grandes, y encerró todo dentro de un recuadro pintado con
lápices de colores.
Si a los niños se
les permitiera escribir libremente, escribirían las cosas más
inesperadas. Porque escribirían sobre lo que piensan y sienten, sobre lo
que saben y ven, con esa misma frescura con que piensan y sienten, con
esa misma ingenuidad con que saben y ven, con esa misma espontaneidad
con que se expresan y comunican.
Si los niños
pudieran escribir libremente darían rienda suelta, por supuesto, a eso
que los adultos llamamos "imaginación infantil" (cuidadosamente
alimentada y controlada por la fantasía adulta): hadas madrinas, reyes y
princesas, pócimas mágicas, animalitos que hablan y se comportan como
gente de verdad, castillos encantados, gigantes y enanos, elefantes con
alas, gatos azules, viajes extraordinarios. Esto es, seguramente, lo
que la maestra de Leticia esperaba, lo que quieren encontrar maestros y
padres en una redacción escolar: el tema infantil, el cuento de hadas,
la primorosa anécdota familiar, el testimonio cándido, el mundo rosado y
dorado visto a través de los ojos ingenuos del niño.
Pero -como bien lo
saben los maestros- dejar a los niños escribir en libertad,
creativamente y sin tema predeterminado, significa invitarles a poner
sobre el papel no sólo sus ilusiones y sueños, sino también sus penas y
temores, sus frustraciones y pesadillas.
Si los niños
pudieran escribir libremente, nos hablarían de monstruos y serpientes,
de cachetadas, insultos, castigos, falta de afecto, incomprensión,
soledad, tristeza. Sabríamos acerca de la pelea con el amiguito, el cero
injusto de la maestra, la agresión del papá, la ausencia de mamá. A
través de las redacciones infantiles veríamos, con la claridad y
nitidez de una película de dibujos animados, los problemas más
acuciantes que afectan a la familia y a la sociedad de hoy: pobreza,
hacinamiento, insalubridad, trabajo infantil, maltrato, violencia,
machismo, autoritarismo, alcoholismo, abuso, drogas, acoso sexual,
violación cotidiana de derechos, guerra.
Si los niños
pudieran escribir con "Tema Libre" escribirían mucho más y mucho mejor,
porque hablarían de sus cosas, de aquello que les interesa y les afecta.
Pero sería muy peligroso. Por eso, el sistema escolar -de común acuerdo
con los padres de familia y con toda la sociedad- decidió hace mucho
instaurar la copia, el dictado y las planas como modos institucionales
de escritura infantil, y seleccionar para los niños un conjunto de temas
escolares universales.
Por ello, desde que
usted y yo fuimos a la escuela, y hasta el día de hoy, los niños
escolares siguen escribiendo la composición sobre La Vaca, ¿Qué Hice
En Mis Vacaciones?, Mi Primer Día de Clases, El Día de la Madre, El Día
del Padre, Mi Maestra, Mi Patria, Mi Bandera, Mi Escuelita.
* Publicado en: Espacios para la Lectura, Año II, N° 3-4. México, Red de Animación a la Lectura, Fondo de Cultura Económica